EL ELEFANTE NEGRO EDICIONES

LECTURAS 2022

Una lectura comparativa de los últimos libros publicados por nuestra editorial


¿Desde dónde escriben Diego y Claudio? ¿Cómo aparece la libertad poética en ellos? ¿Qué concentran sus poemarios? ¿Cuál es la mirada interna y externa en los poemas?

Comenzamos por las tapas, ambos nos remiten al símbolo, Diego nos presenta una acumulación de relojes dando cuenta de un tiempo caprichoso que recorre un espacio desgastado casi en ruinas de tanto transitarlo. Claudio nos remite a un hueco de ese árbol que se convertirá en guía de nuestra lectura. Árbol con heridas abiertas que complementarán las historias.

Diego escribe desde la seguridad que presenta la voz poética, “irrumpir”, nos dice. Tengamos la libertad de percibir, de ser parte de su espacio presente y pasado recordado, tanto en un rito como en una aparente siesta. Se concentra y nos concentra en la raíz de la naturaleza viva a través de la imagen. Se concentra en comunicarnos que desde lo más aparentemente simple aflora lo más intenso de esas vidas mediante sus historias. Son sus instantáneas.

Su mirada tanto interna, como externa (es decir en la última como su propio lector), es la no quietud, no es que la niegue, sino que necesita la profundidad para darle vida propia a la imagen. Su mundo no es superficial, penetra, se hace carne en cada poema. Su mirada no tiene límites, todo es poetizable, tiene la libertad de internar a la huella que perdure, que pertenezca, se deslice también en el barro. Todo ese implica la libertad de movimiento.

Claudio nos escribe al principio desde una antítesis, cuando nos habla de “oscuridad nítida”, o desde la metáfora en el dejo de vida. Nos escribe desde la necesidad de completarse, de ser perdurable. Claudio se concentra en su árbol poderoso impotente done plasma sus recuerdos íntimos y dolorosos.

Mira, su mirada es la de un niño que ve desde pequeño a ese otro ante el sufrimiento y la muerte. Este yo poético tiene la mirada interna siempre entrelazando temporalmente al árbol y lo que simboliza para después hacer presente su mirada externa

Su libertad poética nace de sus interrogantes, poder preguntarse desde diferentes dimensiones. Nos dice con libertad desde la amargura desde la separación imposible de frenar mediante otro símbolo, un muro.

Ambos desde universos literarios distintos, van construyendo desde el símbolo, como predominante. Versifican con ciertas características el tratamiento del tiempo, para Diego es más personal aunque aparezcan los otros, en Claudio predomina el tiempo del otro y lo complementa con sus tiempos, es parte de la mirada interna de ambos.

Ambos necesitan y toman como recorrido a un río, Diego para que éste se convierta en traslado de sus imágenes, para Claudio una conversión simbiótica.

Ambos se cuestionan su existencia, el yo lírico de Diego no soporta la injusticia, el yo lírico de Claudio no soporta la suma de impunidades.

Ambos recurren a nuestro maestro el poeta Omar Cao, es el referente poético y social, el defensor de la poesía como asombro y en estos poemarios se cumple a rajatabla desde el poder que muestra la palabra poética.

Ambos tienen la libertad de cuestionar las realidades, Diego desde un espíritu denunciante, pero también esperanzador de cambio. Claudio utiliza su libertad para sumar sus conocimientos, pero no predomina el espíritu esperanzador, aunque hay un reflejo de luminosidad al final.

Ambos en sus versos nombran a la mujer, Diego desde la deidad, desde “prístina”, desde la mujer presente amada. Claudio poetiza desde la distancia, desde la espera de la mujer amada, pero nos explicita al final: “sucederá con sus hijas y será un nuevo árbol.


Rosa Oviedo

26 de marzo de 2022


 

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